Historia de
Primeros Pasos en Manos del Estado
La televisión en
En el único canal estatal se irían formando artistas, técnicos, camarógrafos y directores, la mayoría de ellos provenientes del mundo del espectáculo que en aquel momento atravesaba su época de oro: el teatro, con dos funciones diarias, y el cine, con una cuantiosa producción de títulos. Los programas se emitían por la noche y en vivo, modalidad que dio lugar al más frondoso anecdotario de equivocaciones y obstáculos.
El primer formato de producción nacional fue el telenoticioso, al que seguirían los musicales y los programas culinarios con la mítica figura de Petrona C. de Gandulfo. La grilla televisiva se completaba con series norteamericanas de media hora de duración, como Patrulla del camino, El llanero solitario o Cisco Kid. A partir de 1956, atendiendo a las demandas de un público predominantemente femenino se pusieron en pantalla las primeras telenovelas; pionero en el género resultó el Teleteatro a la hora del té, con Fernando Heredia y María Aurelia Bisutti.
En la programación general, en tanto, la oferta comenzó a ampliarse: se impusieron los periodísticos con figuras como Blackie o Tito Martínez del Box; las comedias de asunto familiar con Mirtha Legrand, Ángel Magaña, Jorge Salcedo y Osvaldo Miranda; y los shows musicales con la presentación de cantantes solistas. Nuevos nombres ganaron un lugar indiscutible en el nuevo medio: Augusto Bonardo, Juan Carlos Thorry, Analía Gadé, Chas de Cruz con su Diario del cine y hasta el diseñador de modas Jean Cartier. Al mismo tiempo, la exhibición de series norteamericanas se extendió a una hora de duración y así se impuso en
Los primeros Directores de Television como Casello, Marinetti, R ado solo por nombrar los mas queridos fueron marcando las tendencias del arte televisivo.
Los aparatos receptores de la década inicialmente habían sido importados hasta que comenzó la producción nacional; la normativa, en tanto, dio cuenta de los cambios generados por el nuevo medio al sancionarse en 1957 el Decreto/Ley que establecía el carácter individual de las licencias.
En 1959 diez cronistas de radio y televisión fundaron
El final de la década del 50 vio nacer en Córdoba la televisión privada. En 1960 iniciaron sus transmisiones desde Buenos Aires los canales 9 Cadete y 13 Proartel, con escasos cuatro meses de diferencia. Surgieron otros en el interior del país, en especial en Rosario y en Mar del Plata; en 1961 lo hizo Teleonce y en 1966, Canal 2 de
S
Directores de televisión como Marchetti y Rachero marcaron itos televisivos.
Crecieron también los productos destinados a segmentos particulares de la población: los programas infantiles (Disneylandia, Lassie, Rin Tin Tin, Titanes en el ring, Las Aventuras del Capitán Piluso y Coquito, El flequillo de Balá); los juveniles (El Club del clan, Escala musical); los femeninos (Buenas tardes, mucho gusto; Dr. Cándido Pérez, señoras). Sin embargo, esta segmentación no descartó los programas ómnibus del fin de semana (el pionero Sábados circulares de Pipo Mancera; Sábados continuados de Héctor Coire; Domingos de mi ciudad, luego convertido en Feliz Domingo, un clásico de los estudiantes secundarios) de gran impacto receptivo.
El 20 de julio de 1969 se cubrió la llegada del hombre a la luna y en septiembre se inauguró la primera antena parabólica o estación terrestre (vía satélite de Balcarce). La década se cerró con la entrega del "Martín Fierro" por primera vez a la producción radial y televisiva del interior y con el éxito de programas, hoy ya clásicos, como Los Campanelli, Telenoche –conducido por Mónica Cahen D´Anvers y Andrés Percivale– y Almorzando con Mirtha Legrand.
En
En el transcurso de la década continuó creciendo la oferta segmentada: musicales para el público joven (Música en libertad, Alta Tensión) y para un público mayor (Grandes valores del tango, Asado con cuentos con Luis Landriscina), las grandes transmisiones deportivas (las peleas de box de Monzón y Galíndez y el Mundial 74), los programas cómicos (
Epoca de los grandes directores de camara como Simeri (canal 11) y el inolvidable Diego Carbone de Canal 13.
Las telenovelas por su parte, comenzaron a ocupar la franja nocturna, horario que hasta el momento les había sido ajeno. Se sucedieron los grandes éxitos de Alberto Migré (Rolando Rivas, taxista; Pobre Diabla; Dos a quererse; Piel naranja), mientras el público consagraba a nueva figuras formadas o entrenadas en el medio: Soledad Silveyra, Claudio García Satur, Beatriz Taibo, Arturo Puig, María de los Ángeles Medrano, Claudio Levrino y Arnaldo André, entre otros.
Paralelamente los canales del interior comenzaron a incorporar las máquinas Ampex, recibiendo la programación de Capital Federal en diferido y a veces filmada de la pantalla. La escasa calidad en la definición de la imagen más allá de los
Con la peor dictadura de la historia, la cultura y el arte nacional sufrieron múltiples atropellos. Las listas negras se impusieron de inmediato: actores y actrices como Norma Aleandro, Marilina Ross, Juan Carlos Gené, Irma Roy, Luis Politti, Federico Luppi, Bárbara Mugica, Carlos Carella, Héctor Alterio, David Stivel, que habían recibido amenazas en las postrimerías del anterior gobierno constitucional por parte de
Nacen programas federal como el Ciudad Vs Ciudad con Nelly Raymnond que integra por primera vez todo el país, conducido por Naon, Tranti y Romeu (Naon quedaría con el tiempo como conductor de los noticieros de ATC y Romeu destacaría mas adelante con excelente productor y director de televisión con las noches del 13, noticieros y programas ómnibus, ver mas adelante).
Próximo a realizarse en el país el Campeonato Mundial de Fútbol en 1978, la dictadura creó el Ente Argentina78 TV con el propósito de instaurar un canal de transmisión en color. Se adoptó la norma Pal–N y nació ATC en reemplazo del Canal 7, con instalaciones monumentales y de última generación para justificar el desmesurado presupuesto acordado. Otra muestra del accionar dictatorial con la televisión fue el engañoso manejo informativo que se hizo durante
Se impuso entonces una televisión pasatista con series norteamericanas de nueva factura (El hombre nuclear, La mujer biónica, Las calles de San Francisco, Koyak, Swatt, Los ángeles de Charly, que naturalizaban la violencia, los apremios ilegales y el sexismo). Las telenovelas incorporaron a niños o adolescentes como protagonistas (Pelito, Andrea Celeste) o se reeditaron viejas historias (Rosa de Lejos, remake de Simplemente María), al tiempo que se incorporaban tiras mexicanas o venezolanas que resultaban de bajo costo para la situación cambiaria de la época.
Otros programas de esos años fueron Tiempo nuevo con Bernardo Neustadt, Pinky y la noticia, El show de Velazco Ferrero o La hora de Andrés. Un hito aparte lo constituyó Video–Show de Cacho Fontana, el primer programa en utilizar una videocámara.
Era de oro para Directores como Calansanz (canal 9) y Del Boca (ATC) en televisión.
En 1980, sobre el antecedente de
A partir de 1983 soplaron aires frescos en la sociedad y por ende, en la televisión, que renovó formatos y lenguajes. La televisión educativa late con los programas de telescuela tecnica de mano de grandes directores como Prada, Carugatti, pero alcanza máximo esplendor con los dos últimos directores E. Martínez y el mas grande de todos Alejandro Romeu que presto Canal 13 al Ministerio de Educación (ya lo citamos antes) que fue el mas joven de toda las serie y termino becado para estudiar perfeccionamiento en USA. El mejor ejemplo fue el tratamiento de la información: programas como Semanario insólito o Cable a tierra, deudores de la experiencia pionera de La noticia rebelde de Abrevaya, Guinzburg y Castello, se posicionaron en forma destacada. El Monitor Argentino de Roberto Cenderelli, conducido por la dupla Caparrós– Dorio, y El Galpón de
La necesidad de reflexionar sobre el pasado reciente se puso de manifiesto en unitarios de temática más profunda (Compromiso, Nosotros y los miedos, Atreverse) y la telenovela planteó la construcción de un verosímil más sólido (Contracara, Historia de un trepador). Los programas humorísticos en tanto, comenzaron a exhibir cierto "destape" (No toca botón, Calabromas, Comicolor).
Las flamantes empresas de cable instaladas en la zona norte del Gran Buenos Aires se mudaron a
La década del 90 produjo otros cambios. Se liberaron señales y frecuencias y los canales de aire regresaron a manos privadas. Paralelamente surgieron poderosos grupos multimedia que comenzaron a concentrar en una sola empresa distintos medios de comunicación.
Por otra parte, la instrumentación del zapping por parte del espectador generó también desde la propia TV una retórica más audaz e impactante, en muchos casos de marcado tinte sensacionalista, a fin de mantener al público cautivo. Indirectamente se vio afectada la programación de materiales fílmicos, que ganó en actualidad, aunque no siempre en calidad. Las viejas figuras dieron paso a los jóvenes de entonces (Pergolini, Tinelli, Suar, Cris Morena), aunque se mantuvieron algunas de larga data como Mirta Legrand o Susana Giménez, repitiendo fórmulas de éxito seguro. El videocable permitió la llegada de series originales sin doblaje (Friends, Seinfield, La niñera, Código X). Los programas infantiles también tuvieron en productos importados sus principales referentes (El show de Xuxa, Los Simpson) y proliferaron dibujos animados protagonizados por monstruos y criaturas extrañas. El deporte pasó a ocupar un rol destacado, con canales de dedicación temática completa.
Hoy resulta difícil predecir el rumbo que tendrá la televisión en los próximos diez o veinte años, sobre todo a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías al espacio audiovisual. No obstante, pueden señalarse algunas tendencias actuales que seguramente habrán de mantenerse. Entre ellas: la auto–referencialidad con que se nutre a diario a partir de la disposición inmediata de materiales de archivo; el encubrimiento del carácter ficcional del reality presentado como verdad, basado –entre otras cosas– en el uso de múltiples cámaras o micrófonos; la supuesta interacción con el público a través de telefonía celular o Internet y hasta la delegación de aspectos de producción a bajo costo, depositados en usuarios ansiosos de protagonismo.
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